He cruzado paisajes huracanados, en los que la única esperanza fue una romántica y triste luz a mi lado.
Tirité entre escondrijos, mi miedo helado, dormido en mi vientre pronto mostrara sus dientes, y hasta el silencio temerá su canto. Soldados lloran al son de sus batallas, hacia el filo del camino de las sonrisas asustadas. Cuidad de blancas palomas, sus escombros recitan tristes poemas. Mi voz estremecerá entre este desierto de sentimiento y piedra. Tu vello se erizara y gritara, mientras corres y ríes de amor entre avenidas bellas. Oirás hablar de mi cuando abraces las estrellas. Amaras el color en estas praderas de guerra. Musas extrañas, me hablan con lenguaje del cielo y me acarician con alma de plebeyo. Sobre esta tierra duerme un arma en pena, de su garganta de acero ya no sonaran sus baladas eternas. Sus susurros sobre esta arena, sus secretos de pólvora y cristal se elevan. Escuché palabras mojadas de fría rabia purpura de un orador, hijo de la luna y su resplandor. Sus canas se deslizan burlando al tiempo y al dolor. Lloriquea de euforia en la piel del horror, su pluma y alma hacen uno y no dos. Mis lágrimas se desnudan ante esta nuestra niebla y aire, lluvia en carne. Agua que yaces y mueres junto a miles de sangres. Ella, jamas olvidada, pese a estas tormentas de hierro. Palpar sus senos con el tacto de mis labios serenos. Su piel, un verano eterno. Yo seré su sastre de un escalofrío sincero. Ofrezco a esta noche un ramo de amapolas, para despertar y mecer sus primaveras oscuras. Belleza pasea distraida y lentamente se desflora. Sus pasos hechos a las penas de esta aldea mustia y roja, mientras este asfalto tímido se sonroja. Quiero ser desterrado, bailar bajo los océanos hasta que se me alborote y acabe la vida como un fiel anciano. Incluso estos vientos me hirieron. Mi lengua eleva el sabor sangriento de frió corazón, triste desazón. Paraíso marchitado de arena, hasta tus rocas aullan entre fuego de leña. Te hacen gemir algunas balas, mientras cicatrices nunca deseas. Flor que respiras en mi pecho, en él laten tus pétalos secos. Hacia el edén tiemblan mis huesos. Y tu, vida que sangras, siempre sonreiré en tu techo.
Bloggers, no sabéis cuanto me alegro de haber vuelto. Tras días de intenso trabajo, aquí tenéis este relato que para mi es importante, al representar los dos nombres mas sonados en este mundo, el amor y la guerra. He querido contar que pese a las balas, llantos y suburbios que se crean, el amor siempre sube a flote. Las guerras son épocas, el amor es infinito y siempre mecerá en nuestras vidas. ¡MUCHISIMAS GRACIAS A TODOS POR VUESTROS HERMOSOS COMENTARIOS, DE CORAZON. DAIS MUCHO SENTIDO A TODO ESTO QUE HAGO!
